lunes, 3 de marzo de 2014

FUTURO INCIERTO, LA ROPA DEL COSTALERO.

Escabroso tema el que ahora nos ocupa y que ha dado lugar, y lo sigue dando, a controversias y disputas en cuanto a sus estilos. Procuraremos empezar desde el principio.

En cuanto a su composición , digamos que la ropa tiene cuatro partes naturales: costal,morcilla, faja y calzado. Veamos cada una de ellas.

El costal es el artilujio que se coloca de singular modo en la cabeza, de tal manera que acondiciona una de sus partes, para que se apoye la trabajadera; concretamente la parte que cae desde la nuca hacia la espalda. Está compuesto de dos tipos de tejido cosidos entre sí, dispuestos de forma que el de más apresto sea el que contacta con el palo y el más suave con la cabeza del costalero a los que lo usan.
En cuanto a sus dimensiones , éstas deben estar en un margen que permita acomodarlo entre la frente y el cuello sin demasiadas apreturas ni holguras. Es aquí donde empezamos a ver las distintas opiniones. Hay quien piensa, basándose en fotos antiguas, que debe ser lo suficientemente grande, como para que permita que la zona de apoyo del palo, baje por debajo de la imaginaria cruz que se forma entre los hombros y el cuello. Otros piensan que eso es excesivo. Lo que es cierto y seguro con rotundidad es que el costalero debe ponerse la ropa sobre el sitio en que ha sido igualadado, de otra manera estaría trabajando en uno distinto al que decidió el capataz. El costal debe quedar ceñido en la frente como agarre y con capacidad suficiente de soportar el peso en la parte trasera de la cabeza y de descender en la zona de la morcilla, los centímetros necesarios para que llegado el momento de más exigencia, aportar la flexibilidad que requiere desarrollando el trabajo con cierta comodidad.

Triando de la ropa a un costalero hasta dejársela
en su sitio perfectamente para trabajar. 

En este sentido, se observa una corriente de costaleros, que hace bajar la zona delantera del costal, hasta que tapa sus ojos. No es necesario más que quede fijado sobre las cejas y el resto son modismos y manías que no obedecen a ninguna necesidad. Siendo fieles a la realidad, sólo la estética justifica que en la zona media que queda en la frente, se busque que no se produzca un arco en el tejido, pues lo que realmente importa es que la morcilla introducida en el costal permita que se vaya haciendo "la cuna", es decir la manera adecuada que va tomando la morcilla dentro del costal al amoldarse correctamente a la trabajadera, una vez ésta, el peso y el movimiento del mismo durante las "chicotás" va siendo el apropiado.
Las medidas de la ropa abierta como una sábana, antes de su conversión en costal propiamente dicho, varía en función de que se pretenda después quede más o menos amplia. Es cierto que a veces contemplamos algún costal de excesivas medidas y otros de escasa, aunque la corriente actual está más cercana del exceso.
En cuanto a los colores y estampados se podrían también derramar ríos de tinta. El estilo más tradicional es que el costal sea blanco liso o tirando a marfil, aunque siempre los hubo de otro color o estampado. En muchas ocasiones, los antiguos, utilizaban restos de telas o retales de vestidos de mujer, sábanas u otras confecciones ya es desuso estropeados, y de ahí sacaban el tejido de algodón para su ropa. Por ello, a veces era rayados, con flores, cuadros, etc... Ocurre que hay costaleros que buscan cada año telas para hacerse nuevas ropas y a veces cada vez más llamativas, y sin embargo nada mejor que el uso reiterado del costal para su adecuación. Han proliferado las telas impropias para esta función. Dentro de esta corriente, se ve alguno que utiliza a conciencia retales de tejidos que fueron confeccionados para otra utilidad; sábanas de hospitales, centros sanitarios...
Es querer buscar el más difícil todavía y una originalidad mal entendida, porque aleja a estos hombres del anonimato que debe envolver al costalero de a pie.
En cuanto a la morcilla, que es la pieza de tela con la forma de este embutido que le cede el nombre y que sirve de almohadilla o amortiguación para el peso que soportará el costalero, la evolución ha sido menor. Probablemente , porque como va envuelta y oculta dentro del costal, poco importa su diseño y si su interior. De las clásicas de borra, lana de oveja, crines de caballos, etc... se pasó a rellenarlas de goma espuma, vendas, pantys de mujer y otros avíos que daban la rigidez imprescindible. Sobre sus colores o estampados, poco que apuntar, pues como hemos dicho al no verse cuando la ropa va hecha, no ha despertado el interés por modificar su atractivo.

Con la faja, pasa algo similar a la morcilla. Nos referimos a que no ha desencadenado la tormenta de los costales. Habitualmente se usa la tradicional de la na de negra, aunque el color varía a veces para asemejarlo al corporativo de la Hermandad. Lo que si se ve a veces es la incursión de otro tipo de protectores laborales como fajas elásticas o de cuero, que casi siempre aportan mayor consistencia a la zona lumbar, aunque no se deje de utilizar la de costumbre. No deja de sorprendernos el darnos cuenta de que algún costalero utilice dos de las de lana, una encima de otra, estando la de encima doblada por la mitas a lo largos, es decir, dejándola más estrecha que la primera.

Respecto al calzado si que se ha variado en gran medida. Si al principio los peones utilizaban zapatillas y alpargatas de esparto o materiales similares que además de aportar confort, no eran gravosas para las maltrechas economías, aunque el paso del tiempo y los avances han traído nuevos componentes que han mejorado la comodidad. Cada vez se hace más complicado , ver costaleros con zapatillas de esparto. En su mayoría el calzado deportivo es el elegido para salir. La estética en este sentido no se ve mermada, pues los hay de todos los colores sin ningún adorno ni distintivo, que distorsione la contemplación de los pasos levantados sobre los costaleros. Se suelen ver cuadrillas completas con el mismo color en el calzado  (por ejemplo San Benito) , calcetín y pantalón, lo que unifica la uniformidad.

La idea de que los costaleros vayan igual vestidos tampoco es totalmente nueva y desde el principio de la intrusión de los hermanos, se empezaron a ver camisetas con el escudo o nombre de la Hermandad o imagen titular, serigrafiada o impresa. Se ha vuelto cotidiano ver a las cuadrillas vestidas iguales. Pantalones del mismo modelo, sudaderas o rebecas del tipo deportivo del chándal y , como no, las camisetas inciden en la marcialidad de las cuadrillas. Las serigrafías han dejado paso a los bordados, de colores y a veces incluso de hilos plateados o dorados y ¡Ay de aquellos que no sigan estos modelos! pues serán tachados de "mercenarios".

Uniformidad en las cuadrillas cuando comenzaron los primeros hermanos costaleros.

Atención también en este tema, pues hemos visto en lo escrito sobre el anonimato del costalero, esta distinción y uniformidad acarrea una problemática añadida. Aquel hombre que actúe de manera inadecuada o indecorosa, estará mancillando el nombre de la Hermandad en la que está saliendo ese día. No será sino un componente de dicha cofradía el que se vaya sin pagar, se cuele, no guarde respeto o educación en la calle, y echará por tierra toda la compostura de los hermanos de la corporación a la que hacen mención sus ropas.
No queremos dejar de hablar, del resto de prendas a vestir.
Las camisetas de tirantas, se han convertido en santo y seña de cierto tipo de costalero, que aparece salir más para lucirse fuera del paso, que para trabajar dentro de él. Equivocados los que piensen así, pues su uso comenzó en pos de la comodidad que ofrece el no tener unas mangas que empapadas de sudor, se descuelguen por el brazo. Insistimos en que no es la generalidad, pero si es cierto que muchos nuevos, aprenden antes del continente que del contenido de lo que debe ser un costalero , en todo el sentido de la palabra. Bajo las maderas del paso, no importa en absoluto que se lleve una camiseta u otra, un costal de color o blanco, lo que interesa es que el peón empuje para arriba. Fuera del paso, todo lo que se haga para llamar la atención de los demás, será equivocarse , porque la gloria está de faldones para adentro y no en medio de una bulla, en un bar o "cangrejeando" delante del paso.



El pantalón o funda del mismo que a veces los antiguos utilizaban remangado se ha convertido en seña de identidad de algunos, que exageran sus pliegues hasta llevarlos por encima de las rodillas, puede estorbar el roce constante de la zona más baja de los perniles, pero elevarnos sin sentido , no deja de ser una marca sin patentar que tampoco obedece más que una moda.

El hecho de llevar pantalón muy arriba en las piernas obliga a que se vena los calcetines , lo que provoca que en el colmo de la búsqueda de ciertas estéticas, haya costaleros que cuiden el tipo de este complemento y los veamos con el escudo de la cofradía bordado, el del equipo de fútbol de sus amores , las medias de la selección española o incluso algún tatuaje que se marca en la piel.
Hablando de la bandera de España, es curioso , observar como la política no es un tema que suela guardar paralelismo con los costaleros. Queda eso claro, al ver como es cada vez más frecuente la utilización de los colores rojo y gualda en todo tipo de vestiduras; costales, calcetines, sudaderas, camisetas,calzados,etc.. sin que ello, de manera distinta a lo que se ocurre en otros ámbitos, clasifique ideológicamente a quien lo utiliza. Sabemos que por desgracia, debido a regímenes anteriores, la bandera de España se asocia a planteamientos de la derecha política, y no es así obligatoriamente entre los costaleros. Mejor.

Desde aquí animamos a los costaleros en general, a que se preocupen menos de su estética particular y más de cómo realizan su trabajo. Su sitio está bajo el paso y no es un escaparate , lo importante es ser buen costalero y lo demás son detalles que importan menos.

Este artículo ha sido extraído del libro de Juan María Gallardo ¡VENGA DE FRENTE!  editorial Abec editores. 


1 comentario :

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